La navidad y las festividades de fin de año son la excusa perfecta
para romper un poco la línea, de darnos el permiso de salir de la rutina, de
hablar con personas con las que hemos tenido poco contacto y, por qué no, hacer
una que otra buena obra. La navidad permite exponer un lado bastante infantil
de nosotros, vivir algunas cosas con cierta ilusión y regalarnos la oportunidad
de tener la ilusión de cuando teníamos pocos años, mientras compramos un par de
zapatos nuevos. Creamos en lo que creamos, el fin de año es un excelente
momento para tomar un camino distinto y hacer algunos cambios.
En este tiempo, siempre se recalca eso de “dar es mejor que
recibir”, pero también hay que hacer un esfuerzo para regalarnos algo a
nosotros mismos. No hablo de cosas materiales, sino de otro tipo de
regalos, darnos experiencias y disfrutar de pequeños placeres. Por ejemplo,
permitirnos reír un poco más de cosas estúpidas, escuchar esas canciones que
nos da vergüenza admitir que nos encantan, aceptar defectos, quitarnos el peso
al perdonar a alguien o perdonarnos a nosotros mismos por algo que hicimos,
dejar atrás cosas del pasado, hacer las paces con el espejo, comer un poco más
de postre, desvelarse viendo una película cursi, cantar villancicos, hacer
manualidades navideñas, dejar de preocuparnos por tener siempre la razón,
prestar menos atención a la opinión de otros, trabajar en un proyecto nuevo,
dejar una relación que no funciona, evitar ser control freak, hornear algo, despedirse
de hacer cosas que no nos gustan, comer golosinas, escribir algo y demás.
A veces, por todo lo que hay alrededor nos descuidamos un poco y al
final esto puede desgastarnos, volviéndonos un poco fríos y sin ilusión. Y pues,
¿qué gracia tendrían estos días sin un poco de ilusión? ¿Con qué cara podremos ser buenos con otros, si no podemos serlo con nosotros mismos? Este es el verdadero espíritu de estos días, nutrir esa parte vulnerable y blanda de nuestro interior.
En mi caso, este año me di el regalo de dejar atrás los
comentarios que dicen que soy un poco exagerado para el frío. Saqué todos mis abrigos,
suéteres y demás parafernalia invernal para usarla a lo largo de estos días de frío. Como dije algunos días en Twitter: “Si
en época de frío no te vistes como que si vas al círculo ártico, fracasaste
como fashionista”. Parece algo estúpido, pero estas pequeñas cosas son las que
le dan emoción a cualquier día. Además de otras cosas que me he permitido, también,
he empezado a explorar lugares de la ciudad que frecuentaba de pequeño y me
traen muchos recuerdos o que me causan curiosidad. Hace poco, visité el Mapa
en Relieve en la zona 2 y, como era de esperarse llevé un atuendo
invernal. Combiné un abrigo largo que conseguí en Tiendas Megapaca con un
suéter amarillo, un pantalón slim fit color marsala y unos creepers.
Solo espero que todos se disfruten mucho a sí mismos en esta
época, amen a quienes tienen alrededor y disfruten de las experiencias y de la
convivencia, no solo de las cosas materiales y lo que la publicidad ofrece.
Abrigo, suéter y zapatos: Tiendas Megapaca
Bolso: MV mynor véliz
Fotos: Robinson García
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