Foto: Manny Rionda
Hace algunos días pensaba en el tema de el amor hacia uno mismo. La idea de la autoestima o amor propio es algo que, hasta el momento, entendemos muy poco. Esto ha hecho que todos interpretemos el concepto a nuestro modo. Muchos lo muestran actuando de cierta manera, comiendo ciertas cosas y otros, aunque suene bastante superficial, compramos ropa o accesorios que nos gustan o identifican. Lo anterior puede ser, tal vez, una de las formas más interesantes (y la que más nos interesa en este espacio) de expresar esta devoción hacia nosotros mismos.
Revisando las fotos de Sacro, la colección primavera verano 2014 de Mansión Escarlata, y trayendo a mi mente la inspiración: Virginidad, divinidad, lo terrenal y lo sagrado; Me he puesto a pensar que tal vez la joyería es una de las formas más palpables en las que muchos nos demostramos amor a nosotros mismos. Lo que está en nuestro interior, ese pequeño paraíso emocional, es tal vez solo comparable con una piedra preciosa o con una manufactura impecable. Esto puede sonar bastante gracioso, pero piénsenlo detenidamente. Todos tenemos una pieza con la que nos identificamos: un anillo, una cadena, un pisa corbatas, una pulsera o un dije que nos hacen recordar cosas, tener los pies sobre la tierra y sonreír cada vez que lo tenemos sobre nuestra piel o recordamos a ese alguien o momento en que recibimos o adquirimos el objeto.
Las piezas de Escarlata se presentan como una especie de armadura material que resguarda nuestra parte más sagrada. Fotos: Edgar Navarro
La idea de tener objetos materiales que reflejen como nos sentimos por dentro puede ser una forma bastante banal de recordarnos que debemos pensar en nosotros mismos como prioridad. Antes de pensar en otros, nuestra preocupación debe ser sentirnos bien. Es algo egoísta. Pero, ¿cómo podemos querer a otros, si no nos queremos a nosotros mismos?
Mynor Véliz
