miércoles, 9 de septiembre de 2015

¡Ayuda!, creo que odio los uniformes




Desde pequeño, he detestado los uniformes. No digo que en algunos casos no sean necesarios, pero me parecen un poco restrictivos. Nunca comprendí como a mis vecinos o compañeros de clase les gustara quedarse con el uniforme hasta la tarde, solo se sacaban la camisa y cambiaban los zapatos formales por tenis. Lo primero que hacía al llegar a mi casa era deshacerme del uniforme; no soportaba estar con él más que el tiempo que estaba dentro del colegio.

Conforme fui creciendo, le he huido bastante a este tema, aunque fueran “casuales”.  En diversificado, usaba pantalón de lona y camisa polo. Aún así, para mi era molesto llevar una camisa con un logotipo. Tal vez por eso, desde que me gradué no he comprado más de 5 camisas de este tipo.  Al llegar a la universidad, me sentí liberado y es cuando empecé a experimentar más con lo que me ponía. Con el tiempo, apareció de nuevo ese miedo, al plantearme ingresar al mundo laboral.

Mientras tenía una conversación con un amigo en Facebook, me di cuenta que he tenido muy buena fortuna en la vida laboral. No hablo de los sueldos y demás, sino de otro tipo de beneficios. Además de aprender mucho y conocer gente increíble,  he tenido la suerte de que nunca se me ha obligado a llevar un uniforme o acatar ciertas reglas de “estilo”. En la mayoría de lugares de trabajo en Guatemala, llevar traje, corbata y usar colores apagados y atuendos que llamen poco la atención son una constante.  Muchas empresas aún se rigen por estándares bastante conservadores y quieren mantener cierta imagen en sus empleados. No por eso, me he descuidado y acomodado a jeans, camisas sin gracia y tenis o zapatos aburridos. Al contrario, he tomado esa libertad como un inventivo para aplicar algunas tendencias al espacio laboral y darme ánimos para las largas jornadas, que a veces tocan.

Cada vez que alguien dice que le gusta usar uniforme, porque así no piensan qué ponerse me da un pequeño infarto. La sola idea de llevar un logotipo sobre mi, me estresa un poco. Lo mismo me pasa también con la ropa casual. Es como hacer publicidad, sin nada de remuneración. Algunas veces, he tenido que usar uniformes, pero si puedo evitarlo,  lo hago. Si no, me conformo con llevar ropa extra y cambiarme lo más rápido posible luego de que el uniforme sea útil. Sé que en muchos casos son necesarios y que no queda más que acatar órdenes y llevarlos.

A veces, cuando me preguntan si algo es adecuado o no para la oficina, no sé qué respuesta dar, porque lo que para mi es correcto, para otros no tanto.  La ropa para oficina varía de lugar a lugar.  En mi caso, un pantalón estampado, una camisa negra, una chaqueta de gamuza, un pañuelo, Chelsea boots y un portafolio negro son una excelente opción para ir a la oficina. Estas prendas las conseguí en Tiendas Megapaca, y son las que están en las fotos de este post. Y pues, ¿qué hacer si se tiene que usar uniforme? Buscar una forma de hacerlo personal. Los accesorios son una excelente alternativa para hacerlo. Sino, siempre está la opción de cambiarse luego. 








Fotos: Rob García
Camisa, pañuelo, portafolio, pantalón, chaqueta y zapatos: Tiendas Megapaca 


martes, 1 de septiembre de 2015

Acá, desde mi reino



Una de las cosas que más disfrutaba en la niñez era ir al parque. Lo primero que hacía, luego de almorzar, era hacer mis tareas para poder ir al parque con mi papá, mis hermanos y la Fanny, la perra que tenía en ese entonces. Me gustaba mucho estar al aire libre, sentir que desde lo alto de los resbaladeros veía todo mi reino. Me sentía poderoso e inalcanzable, y creía que la grama era una enorme selva, en la que solo podía acceder lanzándome. Aunque ahora sea la persona menos deportiva que existe, intentaba jugar basquetbol, con muy mala puntería. De vez en cuando, trataba de patear un balón para hacerlo entrar en una portería. Con La Fanny, corríamos  sobre la grama y nos lanzábamos por el resbaladero. Ahora que lo pienso, creo que no le agradaba demasiado, pero quedaba convencida al mostrarle  alguna golosina.

Otra cosa que me gustaba hacer, era buscar insectos o de esas plantas que tienen unas bolitas con pequeñas púas que se quedaban pegadas en la ropa. El chiste era juntar muchas y lanzárselas al hermano que tuviera más cerca. De vez en cuando, cortaba alguna flor para llevar como presente a mi madre.

Ahora que soy adulto, realmente me siento afortunado por haber tenido la fortuna de haber disfrutado a mis anchas lo que era ir a un parque. Tal vez sonaré como un viejito, pero los niños de ahora no experimentarán esa emoción, a menos que dejen atrás sus tablets o teléfonos celulares. Qué feo llegar a la adultez y que tus recuerdos estén relacionados con un artefacto electrónico. Aunque también aclaro que hay niños que no están creciendo así.

Cada vez que puedo desconectarme  y sentarme en un parque, saco de mi memoria las cosas que disfruté cuando tenía menos preocupaciones, así que me dejo llevar un poco. Observo a mi alrededor, siento el olor de las plantas e imagino cosas. Tal vez no serán fantasías tan vívidas como las de cuando tenía menos de 10 años, pero algo es algo.

Todos esos recuerdos  me sirvieron para crear un atuendo con ropa que conseguí en Tiendas Megapaca. En una de mis constantes visitas a la tienda, quedé fascinado con un blazer de tela a cuadros en color verde, que de inmediato me recordó al color de las plantas que nos lanzábamos con mis hermanos en el parque que visitaba en mi infancia.  Para muchos, sería una pieza muy llamativa. Para mí, es una  manera perfecta de usar colores de forma más sofisticada. Como no quería quitarle protagonismo a esta prenda, decidí llevar una camiseta negra, como las que usaba para jugar básquetbol, un pantalón skinny y unos  zapatos tipo Oxford que son del mismo color que tenía la Fanny. Sí suena raro, pero hay varias cosas que para mi tienen “color Fanny”. Como último detalle, un portadocumentos que yo mismo diseñé, con una aplicación en forma de un rayo y una borla de color azul. No siempre puedo ir a un parque, pero si puedo llevar esos recuerdos en mis atuendos. De una u otra forma, hay que ver cómo nos mantenemos en contacto con recuerdos agradables y cosas que nos recuerdan al niño que tenemos dentro.










Saco verde, camiseta negra y zapatos: Tiendas Megapaca
Portadocumentos: MV mynor véliz
Fotografías : Rob García