miércoles, 27 de mayo de 2015

Amarillo





El amarillo es uno de los colores que más sensaciones provocan. Es uno de esos tonos poco queridos. Nos encanta, pero a la vez hay algo que nos  hace odiarlo. Tal vez, sea que nos sentimos extraños ante su presencia, tan llamativa y atrayente. Hay algo en este color que nos resulta sumamente cálido, pero a la vez nos hace desconfiar.

En algunas culturas, el amarillo es el tono de la realeza y las riquezas. Además, representa luz, entendimiento y sabiduría. Como es un tono luminoso, tienen a provocar reacciones similares a las que provoca el blanco. Es natural y nos hace sentir cerca de los rayos del sol.

También, el amarillo es el color de la creatividad y espontaneidad. Se dice que este color estimula y hace que nuestras ideas fluyan más rápido. No sé si sea cierto o solo un cuento de abuelitas. No hay que creer, ni dejar de creer.

El amarillo también tiene su lado malo. Es el color de la advertencia. Es la forma perfecta de indicarnos que algo es tóxico, explosivo, dañino o que puede matarnos. Instintivamente, huimos de este color, porque nos recuerda al fuego, los insectos o plantas venenosas y los rayos en el cielo cuando llueve.

Además, este tono nos disgusta. El amarillo es el color de la envidia, los celos y la inseguridad. Envidia, por lo que otros tienen y nosotros no. Celos, porque hay otros en el lugar que podríamos estar nosotros. Y la inseguridad, porque es un tono que está en el medio, como el gris. No es blanco ni negro. En inglés, “Yellow” puede usarse para referirse a alguien cobarde o asustado. 




 

Cuando tengo muchas emociones encima, visto de amarillo. He ahí, por qué a veces digo que el hecho de que vista de colores no quiere decir que esté feliz. Aunque tampoco es algo que siga al 100%.  

T-shirt oversize y pantalones skinny: Tiendas Megapaca
Botas: Steve Madden 
Gafas: Forever 21
Cincho: Vintage  

domingo, 3 de mayo de 2015

Puro, simple y austero



Quienes me conocen, saben que al menos el 80% del tiempo me visto de negro. Hasta el momento, no tengo una explicación específica para hacerlo. Amo los colores y me encanta incorporarlos a lo que diseño y lo que uso. Pero el negro siempre ocupará un lugar privilegiado en mis decisiones a la hora de vestir.

Contrario a lo que otros creen, usar ropa negra no siempre es lo más fácil.
Pensémoslo así: Cuando ven un bolso de cuero negro, inmediatamente la atención se dirige a los detalles metálicos, las costuras, el color del forro y la textura del material. Con el color negro, todos los detalles pequeños se amplifican y se hacen más evidentes a la vista. Si deseamos ocultar algo, llevar ropa negra no es la mejor forma de hacerlo. Cuando llevamos negro de pies a cabeza, es imposible que alguien no nos siga con la mirada, mientras tratamos de cruzar la calle. Además, siempre estarán las preguntas sobre si alguien murió,  estamos tristes o  nos unimos a un culto extraño por ver demasiadas películas de terror. 






No voy a negar que también uso ese color como un escudo para evitar decir cómo me siento o qué cosas tengo en la cabeza. Aunque no tengo una regla específica para eso. Que lleve color negro no es sinónimo de que me sienta mal, ni llevar algo de color que me sienta bien. Solo lo dejo fluir a la hora de ponerme algo.

También, uso negro cuando necesito fuerza extra. Cuando sé que debo sentirme poderoso y el dueño de la situación. Cuando sé que puedo perder una batalla, el negro debe estar ahí. Es una especie de armadura para los momentos en que se necesita algo extra. Es el empujoncito, la confianza y la solidez que a veces hace falta. 






La pureza, la simplicidad y la austeridad del negro me hacen mantener los pies en la tierra. Lejos de ser un color frío, es cálido; me permite sentirme siempre como en casa, protegido y con una especie de armadura.