lunes, 2 de noviembre de 2015

De shopping… ¡al Mercado Central!



El Mercado Central de la ciudad me trae muchos recuerdos alegres. Yo sé, desde hace unos posts para acá, todo se ha tratado de recuerdos. Pero, es lo que hay. Y sé que si están acá, pues creo que les gusta lo que leen. En fin, cuando era pequeño, mis padres solían llevarme ahí al menos cada quince días. Donde vivimos, en ese entonces, no había un mercado cerca, así que este era el sitio para conseguir todo lo que necesitábamos para la semana. Estaba bien surtido y en el camino de regreso visitábamos a mi abuela, así que matábamos dos pájaros de un tiro.

Recuerdo que me gustaba mucho pasar por donde estaban todas las artesanías de barro y todos los textiles típicos. Pero definitivamente, mi parte favorita era la que estaba cerca de una pequeña capillita. Me daba un poco de miedo, pero me gustaba acercarme para ver las imágenes religiosas y un montón de velas encendidas. Además, el olor a incienso me hacía pensar en los días de Semana Santa.  Las golosinas, granizadas y demás manjares dulces eran otra de las atracciones. Nunca salía sin algo de eso.

Desde esos días, creo que aprendí a disfrutar los mercados. Tienen algo muy distinto a los ambientes fríos, calculados, pretenciosos y restringidos de los supermercados.  Por el contrario, en un mercado, siempre recibís una sonrisa de alguno de los vendedores, te recomiendan qué fruta está para hoy o para mañana, obtienes extrañas ofertas por las que regresas a casa con un montón de verdura que no sabes para que usarás y , con el tiempo, creas un lazo de amistad con muchas de las personas que trabajan ahí. Te saben el nombre, conocen qué preferís y se convierten en parte importante de tu vida. Es más, te conocen desde que eras un muchachito sin vello facial.  Esta es una de las partes que no cambio por nada. Agrega un valor extra a todo y hace que algo que podría ser rutinario, se convierta en algo divertido y muy ameno.  Desde pequeño, he aprendido muchas cosas útiles de esas constantes visitas a estos lugares. Si no, ahora no sabría algo tan vital como comprar el aguacate correcto, sin calarlo o cómo usar una máquina para granizadas.

El Mercado Central se convirtió en la inspiración para crear un atuendo.  El amarillo y el naranja son colores que abundan en este espacio, así que los llevé a mi look con unos tenis y un suéter, que combiné con una chaqueta azul y un sombrero, que conseguí en Tiendas Megapaca. Quería algo sencillo, que no fuera un problema para comprar en paz y que me protegiera un poco del frío y la lluvia que había el día que fui de compras.

Fotos: Rob García

Zapatos, suétes, chaqueta y sombrero: Tiendas Megapaca











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